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Sunday, November 24
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Iliria Unzueta
Teresa Enrico

 

Trabajando Hacia la Unidad-

Desahogando sobre el Colonialismo, la Esclavitud y el Genocidio

 

Lo que sigue a continuación son notas combinadas del primero de los tres seminarios web para Personas de Referencia de la Mayoría Global y algunas otras líderes de la Mayoría Global. Los seminarios fueron dirigidos por Teresa Enrico [ Persona de Referencia Internacional para la Liberación de las Personas de Herencia de las Islas del Pacífico, Pilipinas y Corea] y Azi Khalili [Persona de Referencia Internacional para la Liberación de las Personas de Herencia de Asia Meridional, Central y Occidental]. Nos centramos en cómo nuestras mentes se habían visto afectadas por la colonización, la esclavitud y el genocidio, mientras desahogábamos la opresión anti palestina y el antisemitismo.

 

LA NATURALEZA HUMANA Y EL HECHO DE HABER SIDO HERIDA

 

Cada una de nosotras es fundamentalmente buena, brillante, significativa, cariñosa y poderosa. Y también nos enfrentamos a los efectos de siglos de opresión, violencia y heridas emocionales que intentan confundirnos sobre quiénes somos. Nos han dicho tantas mentiras como que no somos inteligentes, que no somos significativas.

 

Todas tenemos conexiones con la colonización y su historia, perpetuada a través del racismo, el genocidio, la esclavitud, el imperialismo y el neocolonialismo. Nuestras comunidades han sido colonizadas y tienen largas historias de angustia acumulada. Podremos reflexionar racionalmente sobre la ocupación y el asalto a Gaza a medida que encontremos colectivamente formas de sanar los efectos históricos y actuales en nuestras mentes de la colonización, la esclavitud y el genocidio.

 

En este momento de la historia, nuestra especie humana está profundamente herida, arrastrando capas y capas de angustia. Hemos llegado a este punto como resultado de miles de años de dolor, de generaciones de angustia acumulada y sin desahogo. Y nos atacamos mutuamente con estas heridas, siendo a veces brutales y violentas las unas con las otras. 

 

La buena noticia es que cada una de nosotras, cada ser humano, da lo mejor de sí en condiciones de opresión horribles, y que esas heridas no tienen por qué ser permanentes. Podemos utilizar las herramientas de RC para desarrollar y aferrarnos a las perspectivas más pro-humanas y anti-patrón. Podemos aferrarnos a la mejor perspectiva posible en cualquier situación.

 

COLONIZACIÓN

 

Históricamente, a medida que las sociedades igualitarias se convirtieron en sociedades de clases, nuestros patrones de angustia nos hicieron aceptar que un grupo se aprovechara de otro. La explotación es fundamental en nuestras sociedades opresivas y está incrustada en todas las formas de opresión.

 

Este antiguo problema tiene sus raíces en la colonización, que ha sido un medio clave de explotación durante siglos, si no milenios. La colonización consiste en la apropiación total de grupos, tribus y naciones, incluida su tierra, su entorno, sus culturas y sus lenguas, por parte de otros grupos con el objetivo de explotarlos totalmente.

 

En el capítulo más reciente de nuestra historia humana, en los últimos quinientos años, una pequeña minoría de humanos de Europa, muy dañada, empezó a amasar riqueza y poder, explotando, colonizando, esclavizando y llevando adelante un genocidio contra la mayoría de nosotras, la Mayoría Global. 

 

Estas personas de ascendencia europea empezaron erróneamente a sentirse superiores al resto de nosotras, creyendo que eran más inteligentes que nosotras y que tenían derecho a nuestros recursos, tierras, cuerpos y a nuestra mano de obra gratuita o barata. Llegaron a ver la supremacía blanca como algo «normal» o «natural» y consideraron que la dominación de los pueblos de la Mayoría Global y el genocidio de los pueblos indígenas eran inevitables.

 

En RC entendemos que los humanos cuando están heridos hieren a otros seres humanos. Estas personas de herencia europea estaban profundamente heridas, impulsadas por el miedo a la escasez y a la muerte, y sufrían la desconexión y el aislamiento de otros seres humanos. Estas angustias se manifestaron como una codicia insaciable y llevaron a estas personas, y en consecuencia a nosotras, a grandes problemas.

 

Robaron recursos, esclavizaron a personas y se apoderaron de tierras en África, América Latina, el Caribe, Asia, Australia y las islas del Pacífico.

Utilizaron estrategias como «divide y vencerás» entre la población colonizada y, a día de hoy, las divisiones y hostilidades «fabricadas» entre la población colonizada, entre nosotras, aún no han cicatrizado. Los colonizadores también destruyeron las infraestructuras locales. Todavía estamos lidiando con las secuelas de un liderazgo local devastado, culturas suprimidas, religiones marginadas, economías destrozadas, sistemas de producción de alimentos indígenas destruidos y la erosión de nuestras lenguas indígenas/locales, por nombrar sólo algunas de ellas. 

 

Los colonizadores también iniciaron y participaron en guerras entre el pueblo colonizador y el colonizado, además de instigar guerras civiles, todo ello en beneficio del colonizador. Otra arma utilizada por el colonizador (que generalmente está incrustada en las guerras y el ejército) es la explotación sexual y la violencia que se dirige principalmente contra las mujeres y los jóvenes. Las drogas, el alcohol y otras sustancias adictivas suelen formar parte de ello.

 

La guerra, la violencia sexual y las drogas instalan angustias que hacen que las personas colonizadas acepten la dominación, la subyugación, el terror, el desempoderamiento, la derrota, la desesperanza, la impotencia, las grabaciones de genocidios interiorizados y mucho más.

 

En sus historias, los colonizadores se retrataron a sí mismos como los héroes. Los pueblos colonizados de la Mayoría Global y los pueblos indígenas fueron invisibilizados, lo que borró sus ricas y diversas culturas. La reescritura de la historia sirvió para legitimar su dominación y control de la tierra.

 

En estos relatos, las complejas sociedades, los avanzados sistemas de conocimiento y las vibrantes tradiciones de los pueblos colonizados fueron descartados o apropiados, sin reconocimiento alguno. Los logros y contribuciones de los pueblos colonizados fueron minimizados o ignorados. Nuestras luchas de resistencia contra el dominio colonial se presentaron como rebeliones ilegales o terrorismo, en lugar de como luchas legítimas por la justicia y la autodeterminación. Los colonizadores y los colonos castigaron a los colonizados por resistirse a la colonización encarcelándolos y matándolos. 

 

Al controlar la narrativa, los colonizadores y los colonos se aseguraron de que las generaciones futuras, tanto en los países colonizadores como en los colonizados, vieran el periodo colonial a través de una lente que justificaba y glorificaba el poder militar, la violencia, la dominación y la supremacía coloniales.

 

Cuando los colonizadores dejaron de necesitar a los pueblos colonizados para su mano de obra barata o forzada, pero siguieron queriendo su tierra y sus recursos, decretaron el genocidio de estos pueblos nativos, indígenas y tribales.

 

La colonización, la esclavitud y el genocidio deshumanizaron a los colonizados y a los colonizadores, a los esclavizados y a los esclavizadores, y a los colonizadores y a los genocidas. Los papeles de oprimido y opresor nos dividen y separan en superior/inferior, dominante/dominado y enemigo/aliado. Crean una dicotomía entre aquellas personas cuyas vidas importan y aquellas cuyas vidas no importan.

 

Ninguno de estos roles es real ni permanente. Son impuestos por el sistema opresor y se imponen al oprimido y al opresor desde el nacimiento. La violencia y las amenazas de violencia, a través de las fuerzas policiales y militares locales, garantizan que soportemos estos roles y las estructuras opresivas, inhumanas y explotadoras que los acompañan.

 

LOS ESTADOS UNIDOS

 

Estados Unidos, en 2024, tiene la clase propietaria más grande y dominante de cualquier nación. Las Américas fueron primero una sociedad sin clases, formada por casi seiscientas tribus indígenas soberanas que no tenían ningún concepto de la propiedad privada. Las Américas se transformaron a la fuerza en una sociedad de clases cuando los colonos de ascendencia europea robaron las tierras de los pueblos indígenas y aplicaron políticas de genocidio contra ellos.

 

Los colonos pasaron a esclavizar a seres humanos procedentes de África, obligándoles violentamente a realizar trabajos no remunerados. Estados Unidos pasó de ser un país con escasos recursos desarrollados a explotar, durante siglos, el trabajo forzado y no remunerado de personas africanas robadas y esclavizadas.

 

Finalmente, Estados Unidos se convirtió en el país capitalista dominante robando minerales, petróleo y otros recursos del Sur Global y beneficiándose masivamente de la guerra, la militarización y la venta de armas, así como oprimiendo y explotando a la clase trabajadora de Estados Unidos. Esta transformación en el país capitalista dominante se basó en la colonización, la esclavitud, el genocidio, el imperialismo y la opresión y explotación de la clase trabajadora.

 

OPRESIÓN INTERNALIZADA

 

Los peores efectos de la colonización, la esclavitud y el genocidio son las angustias que dejan en nuestras mentes. La angustia es el mayor problema al que nos enfrentamos como especie. Nos impide encontrar y aplicar soluciones racionales, humanas y favorables a la supervivencia a los importantes retos a los que nos enfrentamos actualmente.

 

La colonización, la esclavitud y el genocidio nos han dejado una opresión interiorizada. Animamos a cada una de nosotras a ser tan honestas y abiertas como podamos, sobre cómo nos han herido, sobre cómo han herido a nuestro pueblo y sobre cómo nuestro pueblo ha herido a otros.

 

Estos son algunos ejemplos de opresión interiorizada:

  • Muchas grabaciones de angustia por ser tanto víctimas como autores de violencia.
  • Maltrato de nuestras hijas e hijos.
  • Lucha contra la perpetuación de la violencia sexual.
  • Sentimiento de inferioridad con respecto a las personas de ascendencia europea.
  • Volverse silenciosa e invisible en compañía de personas de ascendencia europea.
  • Creer que las personas de ascendencia europea deberían estar al mando.
  • Sentimientos de impotencia y pasividad.
  • Sentirnos idiotas y no confiar en nuestras propias mentes o en las mentes de las personas que son similares a nosotras.
  • Ataques a nuestros líderes
  • Miedo a defender la justicia
  • Permitir que el odio colonice nuestras mentes y nos lleve a odiarnos a nosotras mismas, a los miembros de nuestra identidad o a cualquier persona de ascendencia europea.
  • Sentir que nada en nosotras es correcto: percibir nuestra cultura, lengua e instituciones como incorrectas.
  • Luchar contra sentimientos de insignificancia
  • Sentirnos separadas de nuestro propio pueblo y de todas las demás personas
  • Sentirnos solas y desconectadas
  • Vivir con grabaciones de genocidio
  •  Luchar por querer estar viva o plenamente viva
  • Adoptar patrones autodestructivos, incluido el consumo de sustancias para anestesiar sentimientos insoportables.
  • Sentirse crónicamente enfadada, humillada, devastada y victimizada.
  • Ser vulnerable a la manipulación de fuerzas opresoras que socavan nuestra humanidad.
  • Luchar para dar prioridad a nuestra salud, re-emergencia y bienestar general.
  • Luchar por sentir alegría y felicidad.

 

Ahora imaginemos un mundo sin explotación, supremacía, genocidio ni dominación. ¿Cómo llegaremos hasta allí?

 

Azi Khalili

Persona de Referencia Internacional para la Liberación de Las Personas con Herencia del Sur, Centro y Oeste de Asia

Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos

 

 

Teresa Enrico

Persona de Referencia Internacional para la Liberación de las

Personas con Herencia de las Islas del Pacífico, Pilipinas, y Corea

Shoreline, Washington, EE.UU.

 

 

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    Last modified: 2024-10-21 21:35:54+00