¿Quien está a cargo de la sesión?
Harvey Jackins
He oido discutir en algunos talleres y me lo han preguntado muchas veces acerca de quién está a cargo de la sesión. A veces se ha proclamado que “es el hablante quien está a cargo de la sesión”. veces se ha utilizado este concepto como excusa para justificar diversas irresponsabilidades por parte de los escuchas o resultados pobres en la práctica del proceso.
Por otro lado, desde la época desde que se publicó el artículo “Quién está a cargo?” nos hemos ajustado al precepto general de que cada persona está a cargo de todo, como la única actitud racional possible por los seres que poseen inteligencia. También la gente han aplaudido y admirado una prácticafuerte y exigente que pudo aclarar las dificultades del hablante.
¿Quién está verdaderamente a cargo de la sesió, el escucha o el hablante? Yo diría que ambos.
Si miramos al proceso de la sesión como un todo, pienso que es inevitable reconocer que dos (o más) inteligencias involucradas en ello es el aspecto central de una práctica efectiva. Hemos subrayado que la poca efectividad en gran parte de la práctica realizada en el pasado se debió a que el escucha tenía su atención centrada en su angustia en lugar de concentrada sobre la del hablante durante la sesión. Tenemos ahora un compromiso que ha tenido muy buenos resultados en los últimos tres años para terminar con este antiguo patrón-hábito.
Si hay dos inteligencias involucradas en un proceso: puede una de ellas subordinarse a la otra? y solamente ejecutar lo que piensa aquélla? Creo que no. Es verdad que una persona puede funcionar como una ayuda para otra persona. Es verdad que una persona puede funcionar bajo la dirección de otra. Cualquier miembro de una orquesta sinfónica sabe que la exquisita cooperación entre 100 personas presentes en una sola ejecución, sólo es posible cuando la dirección es realizada por el director y los ejecutantes no fijan sus propios tiempos o interpretaciones. Sin embargo los ejecutantes de violín están a cargo de ejecutar los violines cada uno de ellos. Y el ejecutante de la trompeta está a cargo de tocar su trompeta. En esta clase de relación se requiere la plena responsabilidad inteligente de cada persona.
Lo mismo es aplicable a la relación de co-escuchas. Es la cooperación exquisita y muy ventajosa entre dos inteligencias. Si la sesión va a ser óptima y efectiva, cada una de las personas tiene que estar a cargo de la sesión. El hablante está completamente a cargo de la sesión desde el punto de vista del hablante y para las funciones del hablante. El escucha está completamente a cargo de la sesión desde el punto de vista del escucha y en función de las actividades del escucha. Cualquier idea de que uno debe estar subordinado al otro pierde de vista el hecho de que son dos roles distintos los que deben ser desempeñados.
¿Cuáles son los roles específicos del escucha y del hablante? ¿Que responsabilidad yace en el dominio de cada uno?
EL HABLANTE
El hablante está a cargo de anticipar y planear su desempeño en la session; está a cargo de combatir las 3 tendencias de los patrones de: confundir, persistir y hacer olvidar; está a cargo de recordar y mantenerse en contacto con direcciones escritas, marcos, y compromisos que hayan funccionado bien; está a cargo de pensar cuál puede ser el factor crucial para su propia re-emergencia si esto puede ser trabajado con éxito. El hablante está a cargo de recordar y repasar (antes de la sesión o al comienzo de la misma) la importancia de la decisión, no necesariamente la decisión luego del desahogo, pero mucho más poderoso la decisión que precede y amplifica el desahogo. El hablante está a cargo de pensar acerca de ese escucha en particular y sobre cuál angustia, si es que existe, posiblemente no podrá ser manejada con mucho éxito por ese escucha. El hablante puede elegir trabajar sobre las angustias que puedan llegar a ser manejadas con cierto éxito y no tomar un criterio irrealista y mostrar un tipo de anqustia a ese escucha, que él o ella no pueda manejar bien, acumulando desilusión y debilite la relación entre ambos.
Es la responsabilidad del hablante elegir ser un hablante exitoso que tan lejos el rol del haplante le lleva. El hablante está a cargo de probar cada dirección que el escucha le ofrece por lo menos una vez o dos antes de discutir o dramatizar la angustia que la dirección, se supone, va a contradecir. El hablante está a cargo de pensar y recordar que el escucha es otro ser humano con total bondad, poder y libertad de decisión. El hablante está a cargo de no dar de baja a su escucha o de “sentirse decepcionado” por él o ella.
El hablante puede tener en mente la posibilidad de intercambiar roles, aunque sea brevemente, (o si uno está trabajando en “entrenar a su propio escucha” durante varias veces) para enfrentar cualquiera de las dificultades del escucha.
El hablante está plenamente a cargo de llegar siempre a tiempo, ser cortés con su escucha, ser apreciativo y revisar la sesión una vez terminada, asegurandose que subraye los aspectos positivos de la sesión, de cómo fue escuchado y de cómo fue el escucha antes de hacer ninguna sugerencia sobre cómo podría haber sido mejor.
EL ESCUCHA
El escucha está completamente a cargo de venir a la sesión determinado para dirigir (y habiendo practicado en dirigirlas) su atención afuera de sus propias angustias pasadas (usando el compromiso contra el antiguo patrón-hábito o el compromiso de no prestarle al patrón nuestro propio poder o influencia).
El escucha está a cargo de revisar sus propios recuerdos del hablante y lo que ha escuchado acerca del hablante de otros escuchas o de maestros. El escucha está a cargo de llegar a la sesión con una clara expectativa de prestar la suficiente atención al hablante para ver con claridad las angustias, pensar en todas las posibles contradicciones a ellas, y ayudarlo a contradecirlas lo suficiente como para producir el desahogo del hablante. El escucha estea a cargo de darse cuenta que un buen escucha piensa acerca de su hablante, no solamente para esta sesión, sino para la entera existencia del hablante. El escucha no sólo piensa sobre qué actitudes, direcciones o compromisos producirán el desahogo en ese momento, sino también cuál serie de acciones o perspectivas van a movilizar al hablante hacia una continua re-emergencia. El escucha necesita pensar sobre el cliente desde la perspectiva del resto de la vida del mismo y pensar en dejar en el hablante actitudes, compromisos, direcciones y relaciones que magnifiquen y mejoren la continua re-emergencia del hablante luego de la session, para que tenga más sesiones y para que realice buen trabajo en las próximas sesiones.
El escucha está a cargo de dejar de lado cualquier otro sentimiento para poder amar a su hablante con profundidad, apoyándose, si es necesario, sobre las suposiciones teóricas acerca de cómo es verdaderamente un ser humano bajo la capa de angustia. Teniendo en mente a ese ser humano sin angustias y amándolo, los pensamientos del escucha habrán mejorado. El escucha stá a cargo de tener expectativas sobre el hablante sin tensiones pero altas al mismo tiempo. El escucha supone que este hablantetiene la plena capacidad para ser el mayor pensador que el mundo ha conocido y funcionar de la manera más cariñosa y totalmente cooperativa hacia los otros seres humanos, el mundo de vida y las tendencia escendente del universo. El escucha supone que el hablante tiene total libertad para tomar decisiones y llevarlas a cabo; y además el hablante tiene sentido inherente de total poder que solamente necesita ser desafiado y descubierto para que comience a funcionar.
El escucha stá a cargo de recordar y mantener las siete actitudes hacia el hablante de: aprobación, deleite, respeto, confianza en y por el hablante, altas expectativas relajadas, compromiso con el hablante y amor hacia el hablante.
El escucha está a cargo de desafiar cualquier actitud rígida y angustiosa con respecto a: ser hablante que se hayan acumulado sobre el hablante.
Encuentro, por ejemplo, a menudo trabajo en talleres con hablantes que, ante la ausencia de un apoyo efectivo por parte de sus escuchas, han desarollado una costumbre de “dirigir sus propias sesiones” en un esfuerzo para hacer que su práctica funccione sin contar con mucho apoyo. A menudo ellos, inconcientemente, dramatizan su angustia una y otra vez y piensan que las están contradiciendo.
Confrontados con un buen escucha tenderán a cometer uno de estos dos tipos de errores: 1) sintiendo que ahora tienen apoyo contra sus angustias abandonarán los esfueros para contradecir su angustia ellos mismos. Esto deja que la situación siga más o menos como había estado previamente (donde el hablante intentaba contradecir él solo sus propias angustias). Otra vez, uno solo del equipo está contribuyendo. Ahora es el escucha, solo tratando de contradecir las angustias del hablante, mientras el hablante dramatiza su angustia una y otra vez. 2) La otra tendencia es que el hablante quien está acostumbrada a arreglarse sola continue en la rígida rutina de escucharse a sí misma, discutiendo toda dirección que el escucha le ofreca antes de intentarla. En estos casos yo creo que es parte mi rol como escucha volver a entrenar al hablante para reasumir el rol de hablante, ofreciéndolo información acerca de la teoría, por persuación, formulando buenas direcciones o compromisos que definan la contradicción del hablante a la angustia (las direcciones y compromisos son básicamente herramientas para ayudar al hablante a funcionar bien en su rol).
Una buena sesión tendrá tanto al hablante como al escucha contradiciendo las angustias del hablante. Cada uno en su rol.´
¿Quién está a cargo de la sesión? El hablante está completamente a cargo de la sesión. El escucha está completamente a cargo de la sesión. Cada uno tiene roles completamente distintos para desempeñar entonces ocurrirán sesiones memorables y la re-emergencia será rápida.
(Publicado en Present Time No. 65, p. 33, October 1986)