Oponerse juntas a las políticas irracionales.
De una charla de Tim Jackins en el taller " Llevando RC Activamente al Mundo, y El Cambio Climático", Octubre del 2020
Ha habido momentos en la historia de la humanidad en los que estuvieron a punto de producirse grandes cambios. Pero nunca ha habido un momento como el actual, en el que tanta gente ha podido pensar realmente sobre ello. Creo que tiene sentido empezar por saber dónde estamos, así que permitidme que os dé mi impresión sobre la posición en la que nos encontramos.
LLEGAR A LAS MENTES DE LAS DEMÁS PERSONAS.
Los seres humanos han descubierto mucho sobre el mundo físico. Sabemos mucho sobre cómo hacer que los fenómenos físicos ocurran. Todo lo que hemos aprendido ha permitido la existencia de un gran número de personas. Al mismo tiempo, arrastramos grandes irracionalidades que han afectado tremendamente a nuestra existencia, por lo que el progreso que ha permitido nuestro aprendizaje, ha sido limitado
Los seres humanos pueden volverse irracionales cuando se les hiere, por lo que cuando hemos formado sociedades, éstas han sido opresivas. La gente ha hecho muchos intentos de crear sociedades que no sean opresivas, pero la irracionalidad causada por la angustia ha limitado el éxito de esos intentos. No hemos sabido por qué han fracasado esos intentos, así que nos hemos culpado unas a otras: un grupo de nosotras ha sido la "causa" del fracaso. Ha habido buenos análisis sobre cómo las opresiones reaparecen y corrompen los intentos de las buenas sociedades, pero no se ha entendido el mecanismo subyacente de la grabación de la angustia. Así que no ha habido ninguna manera eficaz de evitar que se repita una y otra vez.
Sabemos algo que no se ha sabido antes. Tenemos que afrontar muchas batallas [emprender] -para interrumpir la opresión y las políticas irracionales y destructivas- pero sabemos que no va a bastar con ganar una batalla o unas elecciones. Sabemos que la batalla consiste en llegar a las mentes de las demás personas y ayudarnos mutuamente a utilizar lo que sabemos para desahogar la angustia.
ACTUANDO A PESAR DE NUESTRAS HERIDAS, PERO TAMBIÉN DESAHOGANDO.
Nuestro trabajo es acabar con la influencia de la irracionalidad en todas las mentes, y tenemos que proteger el planeta el tiempo suficiente para poder
llevarlo a cabo. Es similar a nuestras batallas contra nuestras propias angustias. Tenemos que decidir actuar en el presente, tomar nuestras decisiones sobre la realidad y no dejarnos arrastrar por nuestras angustias del pasado para hacer cosas irracionales. Los seres humanos pueden hacerlo. Podemos hacerlo. Podemos hacer cosas maravillosas e inteligentes, incluso cuando la angustia nos dice que somos pequeñas e impotentes y estúpidas. Es maravilloso que podamos hacer esto, y gran parte del progreso que hemos hecho, como individuos y colectivamente, ha sido gracias a esta capacidad. Hay que felicitarte por todas las cosas que has hecho a pesar de las formas en que has sido herida.
La comprensión que RC nos ha dado sobre los patrones angustiosos nos ha hecho en este sentido poderosas. Al mismo tiempo, nos movemos de una manera más plenamente humana cuando también conseguimos desahogar nuestras heridas. Es maravilloso que podamos luchar contra nuestras angustias y al mismo tiempo crear progreso para el mundo. También es importante deshacerse por completo de las grabaciones angustiosas, para que una mañana nos levantemos sin tener que librar la misma batalla en nuestra mente que siempre hemos tenido que librar, para que acabemos con la confusión del pasado y que ya no tire de nosotras.
DESAFIAR DOS CONJUNTOS DE ANGUSTIAS.
Hay dos lugares que necesitan nuestra atención. Hay dos conjuntos de angustias que todas nosotras parecemos tener y que interfieren con las cosas que tenemos que asumir [afrontar y hacer algo al respecto] en el presente.
Una de ellas es “el sentimiento de impotencia”. A todas nosotras, de pequeñas, nos colocaron en una posición de impotencia y nos mantuvieron allí, así que todas tenemos una variedad de sentimientos de impotencia: sentimientos de que no sabemos lo suficiente, de que no somos lo suficientemente inteligentes, de que no somos lo suficientemente grandes. Todas esas angustias están esperando a ser re-estimuladas. Creo que las sociedades opresivas siguen existiendo por los sentimientos de impotencia que arrastramos.
La otra cosa que nos ocurre cuando somos niñas y niños pequeñas, y que nunca se desahoga, “es que nos hacen estar aisladas”. Una y otra vez, al trabajar con personas en su primera infancia, he descubierto que la gente llegó a un punto en la que se separó, en el que renunció a tener una conexión real con las demás personas. Sencillamente, no había suficiente conciencia a nuestro alrededor y no había posibilidad de desahogar la angustia.
Todas hemos construido buenas vidas desde esa desafortunada situación, pero para cambiar la sociedad de una manera significativa, de una manera que no esté construida sobre el aislamiento y la dominación, creo que tenemos que desafiar nuestros primeros patrones de aislamiento. No podemos desarrollar una sociedad armonizada estando tan aisladas unas de otras. Cuanto más podamos avanzar conjuntamente, más clara será la realidad y más rápidamente podremos avanzar.
La sociedad debe asentarse sobre la base de que las personas estén juntas y conectadas. No tiene por qué estar basada en grupos de personas enfrentadas entre sí. Y para construir una sociedad interconectada, creo que tenemos que desafiar estas grabaciones universales de aislamiento.
MANEJANDO LA REALIDAD.
Los problemas causados por la irracionalidad humana no son nuevos. Existen desde hace mucho tiempo. Pero la magnitud de los problemas es nueva. Antes sólo afectaban a algunas partes del mundo a la vez. Ahora afectan a todo el mundo.
Los dos grandes ejemplos son la Crisis Climática y la COVID. Ambas podrían manejarse bien en todos los lugares si todas pudiéramos pensar con claridad. (Algunas partes del mundo han sido capaces de frenar la propagación del virus de forma significativa. Otros lugares se han visto demasiado afectados por las opresiones y los patrones de codicia como para tomar medidas eficaces).
Seguirían siendo problemas importantes, pero si las angustias no interfirieran en nuestro pensamiento, habría buenas soluciones. Tenemos las herramientas para hacer algo con nuestras angustias. Si todo el mundo tuviera estas herramientas, todas las mentes podrían cambiar y las políticas erróneas podrían corregirse. Por desgracia, el desarrollo de nuestras ideas ha llegado un poco tarde. No habrá suficientes personas capaces de cambiar de opinión, de la manera que hemos demostrado que es posible, para que nuestras sociedades cambien con la suficiente rapidez. El daño a los seres humanos y al clima está ocurriendo tan rápidamente que no podemos esperar a que la racionalidad impregne a toda nuestra especie.
Tenemos que hacer algo más que simplemente trabajar para despejar nuestras mentes, aunque hagamos ese trabajo colectivamente. Pensamos mejor cada día, si nos acordamos de hacer una sesión de Co-Escucha. Cuanto más podamos hacer funcionar el proceso de desahogo, mejor pensaremos. Y al mismo tiempo tenemos que gestionar la realidad.
NO HACERLO SOLA.
Los grandes cambios hasta ahora han necesitado grupos muy numerosos de personas. Pequeños grupos de personas han tomado el poder, pero eso no ha funcionado muy bien. Lo que queremos es que todas las mentes piensen en cómo funciona la sociedad. No queremos sustituir un pequeño grupo de personas irracionales por otro pequeño grupo de personas.
Los grupos pequeños no pueden funcionar bien durante mucho tiempo en las condiciones actuales. Eso significa que no podemos hacerlo solas, lo que implica que no podemos quedarnos con las angustias del aislamiento por más tiempo. Tenemos que unirnos con otras personas, no sólo en un sentido político, sino también construyendo conexiones entre todas las personas. No sólo tenemos que trabajar para llegar a un acuerdo sobre las diferentes políticas, sino también trabajar para la conexión y el cuidado.
CUIDANDO Y CONECTANDO
La vida de las personas te importa. Ya lo sé. Sé que te importan mucho. ¿Quién más lo sabe? ¿Quién más sabe lo mucho que te importan las vidas de los demás? No siempre se nos nota claramente. La mayoría de la gente, probablemente tú incluida, no recuerda que alguien se preocupa por sus vidas. La mayoría no sabe que alguien se fija en ellas o que respeta sus luchas. Casi todas las personas a las que tratamos de acercarnos han renunciado a que alguien se acerque a ellas.
Nos han enseñado a parecer insensibles, a no mostrar cuánto nos importamos, a parecer duras. Los patrones que se formaron en nuestra infancia, con pocas personas a nuestro alrededor capaces de mostrar cariño, nos hacen parecer que las otras personas no nos importan. Sólo alejándonos de las demás, parecía que podíamos sobrevivir a la dureza y a la falta de cariño. Y ahora nuestros patrones transmiten a las demás una falsa impresión de cómo pensamos sobre ellas.
Cada vez tengo más la impresión de que la falta de vínculos cercanos y los aspectos opresivos de nuestra sociedad empujan a las personas en una determinada dirección, las empujan a querer estar en posiciones de dominio, porque esperan sentirse en esas posiciones menos vulnerables, menos amenazadas.
Si no puedo sentir una conexión contigo y no puedo confiar en ti, ¿qué relación me resultará más segura? Ciertamente no querré que seas más poderosa que yo. Esto está basado en no sentir miedo.
Vemos a la gente "poderosa" desesperada por dominar. Y nos vemos a nosotras mismas tratando de tener la última palabra -necesitando asegurarnos de que hemos llegado a decir la última frase importante. Estas dos cosas son muy diferentes, pero parecen surgir del mismo tipo de angustia, y ninguna de ellas está basada en conectar de la manera que sabemos que la gente puede hacerlo. Ninguna de las dos -la dominación poderosa o tener la última palabra- fomenta la conexión entre las personas.
UNIRSE A OTRAS PERSONAS QUE SE OPONEN DE UNA MANERA PÚBLICA.
Si queremos influir en el mundo, no podemos permanecer separadas, obedeciendo a nuestros sentimientos de aislamiento. Tenemos que llegar a la gente; tenemos que llegar a las mentes individuales para influir en esas mentes. Y tenemos que unirnos a otras personas que se oponen públicamente a las políticas irracionales. No podemos llegar, directamente, a suficientes mentes individuales que hacen estas políticas, así que tendrá que haber una gran oposición pública a las políticas irracionales. Tenemos que formar parte de ella. Cada una de nosotras tiene que desafiarse a sí misma para poder formar parte de eso.
Hasta ahora, los grandes cambios en la sociedad han sido impulsados por grandes grupos de personas que se han opuesto de una manera pública. Las grandes muestras de oposición pública a las políticas irracionales surten efecto.
¿Qué se interpone en nuestro camino para formar parte de eso? ¿Qué angustia interfiere en que podamos pensar en ello? Cada una de nosotras tiene sus propias interpretaciones y experiencias, pero todas ellas empezaron en la primera infancia: en todas las formas en que la gente nos dijo que nos calláramos, que no armáramos un escándalo, que no causáramos problemas; en todas las formas en que nos dijeron que no entendíamos; en todas las formas en que nos obligaron a seguir políticas irracionales o nos castigaron por no seguirlas. Si no cedíamos rápidamente, las amenazas continuaban a medida que crecíamos. Algunas de nosotras nos rendimos pronto y no nos enfrentamos. Para algunas de nosotras, la posibilidad de afrontar esos retos se quedó congelada en nuestras angustias, y todavía no podemos pensar en cómo afrontar los diferentes desafíos; nos oponemos a todo. Lo que tenemos que ser capaces de hacer, es pensar en este punto, entender que cambiar el mundo requiere acción, y cuanto más reflexionada, mejor.
¿Somos capaces de pensar en lo que tiene sentido en cada situación y formar parte, y ayudar a crear, una oposición abierta a las políticas irracionales? Eso puede suponer un reto, porque va en contra de muchas angustias. Pero decidir pasar a una situación de oposición abierta nos hace trabajar en esas angustias, para poder decidir mejor qué acción tiene sentido para nosotras, en nuestra situación actual. Y, aparte de la necesidad de incidir en la sociedad, necesitamos hacerlo para liberar nuestra propia mente. Cuando lo hacemos, se produce una importante contradicción [con la angustia].
Sé que para mí, estar en la calle con veinte mil personas tiene un buen efecto. Contradice muchos viejos sentimientos de ser la única persona que entiende, la única que se preocupa tanto. En situaciones como ésa, vemos a la gente feliz de estar junta y sentirse mucho menos sola de lo que está acostumbrada a sentirse. Y sólo eso las ayuda a reflexionar más y a cambiar su perspectiva.
Si nos unimos a otras personas de ese modo, cambiaremos de opinión. Es en nuestro interés inmediato. Nos permite no sólo desahogar viejas angustias, sino también actuar en el presente a pesar de ellas. Puede recordarnos lo poderosas que somos realmente y lo capaces que somos de movernos en el presente.
Por lo tanto, tenemos que oponernos visiblemente a las políticas irracionales. Hacerlo requiere que vayamos en contra de un montón de viejas angustias. Pero por mucho que nos hayan herido, todavía podemos movernos. La angustia no nos quita esa capacidad. Sólo hace que todo sea más difícil. La angustia no hace las cosas imposibles, sólo difíciles y confusas, hasta que la desahogamos.
- Título original del artículo: “Opposing Irrational Policies Together”.
- Publicado en Present Time: Nº 202. Enero del 2021
- Traducción: Fermín Porras en Euskal Herria / País Vasco