Hacia una nueva meta acerca del cuidado del medio ambiente
De una charla de Tim Jackins* para el taller con el personal de Reevaluation Counseling Community Resources, Diciembre de 2012
Todo indica que la manera en la que el mundo se desarrolla demanda cambios en cuanto al tratamiento que damos los y las seres humanas al medio ambiente. Al mismo tiempo aumenta la información acerca del medio ambiente y se distribuye más concienzudamente. Llega a ser posible para todas y todos tener una percepción correcta de dónde estamos y qué es lo que está pasando.
Como co-escuchas podemos ayudar a reducir los efectos de las angustias en los debates sobre el medioambiente, y mostrar que es posible entender la situación y desarrollar unas políticas buenas y racionales para mejorarla. Podemos iluminar la situación y sus antecedentes, y contradecir de manera suficiente las angustias comunes de la gente, de forma que podamos ayudar a las personas a pensar y avanzar hacia soluciones.
Me parece que una meta clara y completa sobre el cuidado del medioambiente podría ser útil para nosotras y nosotros en RC y para la mayoría de las personas. Hemos avanzado en esta dirección, pero todavía no hemos llegado demasiado lejos. Hemos mirado en esa dirección con una meta anterior. Ha tenido un buen efecto, hemos hecho un buen trabajo y sería útil acelerarlo.
¿Cómo imaginamos y pensamos esto? ¿Cuál es la cuestión en realidad? ¿Cuál es nuestra situación y cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo entendemos esto lo suficientemente por completo para empezar a actuar y dirigirnos hacia direcciones que sean lo mejor que podamos pensar?
Las y los humanos podemos actuar pensando o sin pensar, y estamos en esta situación ambiental porque no hemos pensado lo suficiente en este área. Hemos realizado muchas acciones que han afectado al medio ambiente y no hemos sido capaces de pensar en las consecuencias no deseadas y en las ramificaciones de estas acciones.
COMIENZO Y DESARROLLO DE LA VIDA
La vida aquí, en la tierra, se desarrolló en las condiciones especiales que existieron en su momento, incluyendo quizás que el planeta fuera golpeado por muchos meteoritos. Es simplemente parte de la estructura del universo que hace probable que determinadas configuraciones de moléculas se desarrollen y que, dadas ciertas condiciones, tengan más posibilidades de desarrollarse. Las condiciones aquí fueron lo suficientemente buenas para que ciertas moléculas empezasen a desarrollar relaciones más complejas, y en un algún momento, debido a las condiciones y al material que las rodeaba, algún conjunto de moléculas desarrolló la interesante propiedad de producir copias de si misma. Se reprodujo a si misma. Así empezó la vida.
Al principio, las formas de vida se reproducían usando las materias primas de su medio ambiente, y esta forma de vida que existía era la única que existía. Solo había un tipo, y todo lo que estaba vivo era de tal tipo. Quién sabe con qué rapidez se extendió esta forma, cómo de eficiente fue reproduciéndose, pero no tuvo que contender con otras formas de vida y no usaba nada excepto materias primas.
Las cosas tuvieron que cambiar para que este comienzo ocurriese y las cosas no pararon de cambiar después de que esto sucediese. Parece probable que fuera un cambio en la primera forma de vida lo que crease la siguiente forma de vida. La segunda forma de vida podría haber sido otro nuevo comienzo (podría haber habido dos comienzos independientes, o varios), pero es bastante probable que, una vez que una forma de vida funcionase bien, un cambio en ella fuese lo que causara que otra diferente surgiese. Entonces existían dos formas de vida. Consumían cosas similares, pero de alguna manera eran diferentes entre ellas. Podríamos querer decir que estuvieron compitiendo, pero nuestro uso de esa palabra tiene un sesgo cultural. Es difícil de usar sin que vengan imágenes raras a nuestras mentes. Estaban usando los mismos recursos.
Con el tiempo, se desarrollaron más y más formas de vida. Entonces, sucedió otra cosa interesante: se desarrolló un organismo cuya existencia dependía de otro organismo. Esto no significa de manera necesaria que comiera al otro organismo (puede que necesitase consumir un subproducto de éste), pero usó condiciones creadas en parte por el otro. Probablemente podría haber funcionado por si mismo, pero funcionaba mejor conjuntamente con el otro organismo.
Cuando hay un beneficio como ése, el cambio tiende a ocurrir para lograr ventaja de ello. Así que los descendientes de este organismo, al cabo de muchas generaciones, llegaron a usar el otro organismo de forma cada vez más eficiente. Llegaron a depender del mismo más profundamente y fueron menos capaces de sobrevivir sin él. Una red interconectada de formas de vida comenzó a crearse y a hacerse cada vez mayor, al comenzar a existir más formas de vida y al hacerse éstas más complejas.
(La mayoría de las formas de vida no pueden vivir de materia prima. Los seres humanos no podemos comer tierra y llegar muy lejos. No podemos absorber energía solar y conseguir mucha energía de ello. Para tener un área de superficie suficiente para absorber suficiente energía solar como para alimentarnos sin comer otros organismos, probablemente necesitaríamos cada persona extendernos en una superficie de medio acre[i].
Se desarrolló una red compleja de vida y está en continua evolución. Todo el rato están ocurriendo nuevas cosas, pequeños cambios. Vemos cambios en las especies, pero hay muchos, muchos, pequeños cambios.
Los seres humanos no podemos sobrevivir sin otras formas de vida. Tenemos más células de otras formas de vida en nuestro cuerpo que células propias. Podemos sentirnos aisladas, pero las personas estamos llenas de vida. Está por todo nuestro cuerpo y nos atraviesa completamente. La vida está así de interconectada.
En general, el medioambiente cambia despacio, pero no siempre. Algunas veces hay grandes erupciones; toda la atmósfera se nubla y muy poca energía solar llega durante un año o más. A veces un meteorito golpea la Tierra y hay un efecto similar. Cuando las y los investigadores excavan y encuentran una capa del mismo químico a la misma profundidad en muchos sitios, saben que hace años la Tierra fue impactada por un meteorito o que un volcán estuvo en erupción. Las formas de vida que se han desarrollado despacio y que están interconectadas no pueden adaptarse con rapidez, así que cuando ocurren grandes y repentinos cambios muchas formas de vida no sobreviven. La evolución parece capaz de avanzar más deprisa de lo que pensábamos que lo hacía, pero no puede avanzar lo suficientemente rápido como para saber dominar desastres repentinos.
Por lo visto, no hace tantos miles de años había alrededor de cinco mil personas vivas. Lo podemos saber mirando al ADN. Como el ADN cambia a una velocidad predecible, es posible calcular el momento pasado en que todas las personas tenían un ADN similar, hecho que indicaría una pequeña población. Parece como si después de un desastre, quizás un período de glaciación, no quedaron más de cinco mil personas. Las y los humanos hemos cambiado lo suficientemente rápido para dominar las catástrofes de nuestro medioambiente.
Pero la mayoría de las especies no. Han existido muchas más especies de las que existen ahora. Muchas no pudieron cambiar lo suficientemente rápido como para mantener su especie viva. Siempre ha habido extinciones. Las 9.993 especies de aves que hay hoy en el mundo son una pequeña fracción de las que han existido. Aunque es triste perder tal complejidad, las extinciones siempre hayan existido.
Todas las especies tienen un impacto en el medioambiente. Cuanto mayor y más numerosa es la forma de vida, mayor es su impacto. Las especies se han extendido y han agrandado su ámbito de existencia. Han sido obstaculizadas por grandes masas de agua (si eran incapaces de volar o nadar), cordilleras montañosas y otras cosas, pero cuando el mundo ha cambiado, las formas de vida se han diseminado, en especial desde que los seres humanos comenzaron a moverse y llevar cosas consigo (en los bajos de nuestros zapatos, en nuestras maletas, en los cascos de nuestros barcos, etc.). Los organismos ahora pueden viajar a lugares donde antes no podían. Con nuestra ayuda pueden atravesar lugares en los que no podían sobrevivir.
Cuando los seres humanos comenzamos, éramos una pequeña colección de individuos, y desde una perspectiva global no importaba lo que hiciésemos. El resto de las especies del mundo y el mundo mismo podían compensar nuestras acciones. Pero si una especie se vuelve muy numerosa, empieza a afectar a otras. Por ejemplo, la población de una especie depredadora y la de su especie presa asociada están en continua oscilación. Si los depredadores comen casi todas las presas, casi todos los depredadores después morirán, porque no tendrán suficiente comida. Luego, la población de presas regresará y más tarde lo hará la de los depredadores. Si estas oscilaciones van demasiado lejos, pueden sobrepasar el límite por algún extremo: llegar a quedar tan pocas presas como para poder sobrevivir. Por mucho tiempo, nuestros efectos como humanos no fueron muy grandes. Éramos demasiados pocos y los desastres que cometíamos no eran muy grandes. Por descuido, quemamos bosques, hicimos diversas cosas, pero a gran escala lo que hacíamos podía ser compensado. De alguna manera nos acostumbramos a eso, y no prestamos atención a los posibles efectos a gran escala de nuestras acciones.
UNA ESPECIE MARAVILLOSA Y ASUSTADA
Somos una maravillosa especie, que tiene ingenio e inventiva, pero que al bloquearse de ciertas formas por las angustias no puede pensar de manera coherente. Cuando las angustias se quedaron pegadas y adheridas a nosotras y nosotros, nuestra conducta cambia de lo consciente a lo rígido y, por ejemplo, se ve guiada por sentimientos de escasez y del peligro de aniquilación. Cada persona tenemos nuestros miedos sobre la existencia, porque nuestros comienzos individuales no fueron muy buenos, pero también portamos los miedos no desahogados de generaciones anteriores. Si nuestra familia o nuestro pueblo tuvieron una historia de hambruna y no pudimos desahogar sobre ello, veremos el mundo de cierta manera. La mayoría no pudimos desahogar, así que nos hemos quedado con sentimientos de escasez y competición, sentimientos de que necesitamos más, y más y más.
Como especie pudimos imaginar maneras de conseguir más. Pudimos averiguar cómo existir en partes del mundo en las que los seres humanos no habían habitado antes, sitios en los que nuestros ancestros no supieron cómo vivir. Nos extendimos por el mundo, y lo hicimos más rápido que otros organismos porque fuimos capaces de viajar a través de lugares en los que no podíamos sobrevivir.
Pudimos adaptar cómo funcionábamos, y no solo buscar otro lugar donde podríamos funcionar de la misma manera que hacíamos antes. Aprendimos nuevas cosas con el fin de adaptarnos, pero nuestros miedos a la escasez nos impidieron ser capaces de considerar racionalmente ciertas cosas, ya que éstas podían parecer secundarias para nuestra supervivencia o no relacionadas con ella. Por ejemplo, el bienestar de otras personas podría parecer secundario al asegurarse de conseguir más.
Nos extendimos y tuvimos éxito, y a medida que descubrimos más cosas, nos hicimos más numerosos y numerosas e hicimos más cosas que tuvieron un efecto más drástico en el medio ambiente. Pareció siempre que la salvación debía significar más: ser más y tener un mayor control sobre el medio ambiente para así poder producir más de cosas que nos tranquilizaban: más comida, mayores castillos, mayores barcos… Intentamos dominar más por completo las cosas que normalmente nos dominaban.
SOCIEDADES DESTRUCTIVAS
Todavía estamos defendiéndonos como si la población fuera de cinco mil habitantes. Somos 6.4 millones de millones en estos momentos, pero todavía nos sentimos inseguras por las viejas angustias. Dado este número de habitantes, el resto del mundo no puede compensar nuestros errores. No puede compensar por más tiempo lo que no hemos sido capaces de pensar. Sencillamente somos demasiadas personas, y demasiadas de nosotras estamos bloqueadas en comportamientos angustiosos y sistemas irracionales, a los cuales nosotras y nosotros llamamos sociedades.
No son solo nuestros errores individuales; no es solo que abandonemos nuestro destrozado coche, nuestra furgoneta y nuestro tractor atrás en el cobertizo dejando que se oxiden. Somos demasiadas personas con viejos coches, furgonetas y tractores. Hemos sobrepasado con creces el punto donde el sistema puede compensar por nosotras y nosotros y por lo que dejamos atrás. Nuestro modo de producción emite masivas cantidades de humo, cenizas, CO2 y otras cosas (en cantidades mucho mayores que las que pueden ser asimiladas por el resto del mundo). Guiadas por nuestros patrones de necesitar siempre más y de no considerar el completo efecto de nuestro comportamiento, nuestros modos de producción están incrustados en nuestras sociedades, tal y como lo estuvieron en sociedades anteriores a la nuestra.
Patrones de despilfarro o derroche destructivo han sido siempre parte de las sociedades humanas. Las sociedades siempre han destruido personas y otras formas de vida. Pero en el pasado no éramos tantas personas, así que la destrucción no tenía un gran efecto. Ahora hemos alcanzado el punto donde el funcionamiento irracional y basado en patrones que está intrincado en nuestras sociedades tiene efectos masivos.
A mi parecer, hemos estado en contra de las sociedades opresivas principalmente porque eran malas para las personas. También eran malas para todo lo demás, pero no habíamos alcanzado el punto en que el planeta no podría ser compensado por el resto del medioambiente. Sin duda, hemos alcanzado ese punto ahora.
Las sociedades organizadas siempre han estado atascadas en patrones angustiosos. Funcionan organizando a las personas por grupos y clases que apoyan el funcionamiento de la sociedad. A unos grupos se les da muchos menos recursos que a otros. A aquéllos grupos que reciben la mayor parte de los recursos y tienen un mayor control sobre los mismos se les inculcan patrones que les empujan a tomar decisiones acerca de los recursos; tales decisiones les dan a esos grupos el mayor beneficio material inmediato, con poca o ninguna consideración sobre los efectos que esto tiene en otros grupos de personas, otras formas de vida, el medio ambiente o incluso sobre su existencia a largo plazo.
Por ejemplo, continúa habiendo un impulso por encontrar tanto más depósitos de combustibles fósiles como nuevas maneras de explotarlos, sin importar la contaminación y los daños que esto causa. Mientras se pueda obtener beneficios a corto plazo, muchas personas no pueden enfrentar y asumir que la producción y quema de más combustible fósil es lo que está causando el cambio climático y el daño ambiental masivo.
Nuestras sociedades son persistentemente destructivas y cortas de mira, y sus efectos más dañinos afectan a las personas que ya son las más explotadas, por ejemplo, aquellas personas que están haciendo de hecho el trabajo de producción, aquéllas que son víctimas del racismo, las personas que viven en países que aún no se han desarrollado económicamente hasta el punto en que puedan auto-protegerse de las grandes economías del mundo.
DEBEMOS CAMBIAR LA SOCIEDAD, POR EL INTERÉS DE TODAS LAS FORMAS DE VIDA
Las sociedades construidas en base a patrones, como la nuestra, que está basada en la avaricia y codicia causadas por angustias conectadas con inseguridad y aislamiento, no pueden funcionar con suficiente racionalidad como para impedir dañar a las personas y al mundo. Podemos oponernos a ello de un modo útil y detener aspectos concretos de este funcionamiento destructivo causado por patrones, y necesitamos hacerlo. También podemos dejar de tolerar la existencia de sociedades basadas en angustias.
En los intentos del pasado por cambiar las sociedades opresivas, la mayoría de personas se oponía a la clase que controlaba los recursos de la sociedad, la clase propietaria. Sin embargo, las personas pertenecientes a esta clase son simplemente agentes de la opresión, guiadas por los patrones angustiosos que la sociedad les ha inculcados. Y estas personas no son las únicas con esos patrones; cuando esas angustias son actuadas, todas las personas en la sociedad son dañadas por ellas y terminan teniendo una versión de las mismas angustias.
Hemos aprendido que el trabajo de cambiar la sociedad no es en realidad una lucha en contra de las personas de una cierta clase, sino una lucha por terminar con los efectos de las angustias en todas nosotras y nosotros. No estamos luchando a favor de un grupo de personas y en contra de otro. Estamos tratando de poner fin al control que tienen los patrones sobre todas las personas, incluidas aquéllas que dirigen la sociedad, para lograr así el beneficio de todas las personas. En lo fundamental, es siempre engañoso, restimulante e incorrecto reflejar el camino que nos lleve a progresar como una lucha en contra de un grupo de personas.
Para proteger el medioambiente del continuo funcionamiento destructivo e irracional de la sociedad, necesitamos cambiar la sociedad, no por el interés de un grupo de personas que se opondría al de otras personas, sino por el interés de todas las formas de vida. Necesitamos cambiar la sociedad con el fin de preservar un incontable número de formas de vida de los efectos ambientales causados por el funcionamiento angustioso de la sociedad. Es por el interés de todas y todos, incluidas las personas cuyas angustias no les han permitido aún darse cuenta de ello.
PODEMOS CAMBIAR Y PROGRESAR
Este cambio en la sociedad no debe de ser pospuesto, porque grandes e importantes cambios medioambientales están sucediendo muy rápido y sus consecuencias son difíciles de predecir. Algunos de nuestros patrones quieren “pruebas” antes de permitirnos enfrentar la necesidad de cambio, pero hay pocas pruebas absolutas en algo tan complejo como es nuestro mundo. Las mentes humanas a menudo deciden cosas basándose en información que dista mucho de ser completa. Puede que nos sintamos tan inseguros e inseguras que nos asuste cambiar, incluso aunque veamos claras y poderosas razones para hacerlo; no obstante, podemos ir contra el empuje de nuestros patrones y tomar decisiones para cambiar en la mejor dirección posible que podamos imaginar.
Podemos actuar contra nuestros patrones que nos hacen sentirnos personas inadecuadas, pequeñas y que nos mantienen pasivas. Podemos desahogar las angustias inculcadas en nuestra infancia que nos dejaron sumidas en esos sentimientos y confusiones. Y podemos convertirnos en parte importante de los continuos esfuerzos e intentos por poner fin a los errores causados por patrones que están dañando el medio ambiente.
Podemos salir de nuestra pasividad, aprender lo que aún no sabemos, y desahogar cualquier angustia que nos impida desempeñar el papel que queramos tener: como personas participantes, comunicadoras, apoyos de liderazgos existentes y desarrolladoras de políticas y perspectivas.
Podemos hacer esto en números significativos, lo que traerá beneficios muy diversos: impulsaremos y haremos avanzar el trabajo de salvar el medio ambiente, funcionaremos cada vez más libre de nuestras angustias, y ampliaremos nuestra comunicación sobre lo que sabemos acerca de los seres humanos.
Las y los co-escuchas hemos cambiado y avanzado de tales maneras significativas anteriormente. Dos de los más claros ejemplos son el modo como actuamos contra la guerra nuclear hace unas cuantas décadas, y cómo empezamos “Unidas y Unidos para Terminar el Racismo” hace una década aproximadamente.
Hagámoslo de nuevo.
Traducido por: María Lorena Cuéllar Barandiarán (San Salvador, El Salvado)
Víctor Nicassio (Los Angeles, California, Estados Unidos)
Oscar Argumosa (Cantabria, España)
Sebastián Abad (Madrid, España)
Carolina Honrado (Madrid, España)
Juan Manuel Feito (Bilbao, País Vasco)
Emilen Castro Oteo (Areatza, País Vasco)
Febrero del 2013
*Tim Jackins es la Persona de Referencia Internacional para las Comunidades del Proceso de Re-evaluación.
[i]Nota de traductor: 2000m² aproximadamente.