Permanecer conectados y conectadas rodeadas de drogas y alcohol
Como persona joven estudiante en la universidad, estoy a menudo rodeada de gente que consume alcohol u otras sustancias que alteran el estado de ánimo. El ambiente en las universidades de Estados Unidos es tal que una gran parte de la vida social gira en torno al alcohol y muchos estudiantes beben sin ni siquiera cuestionárselo. Lo que se considera normal en un fin de semana es salir a un bar o a una fiesta y beber alcohol, y quizás tomar también otras drogas. Casi todos mis amigos y amigas beben alcohol durante la semana de forma regular y mucha otra gente aquí consume además drogas. La mayoría de las veces que salimos a divertirnos hay algún tipo de sustancia por medio.
De acuerdo con la teoría del Proceso de Reevaluación, nunca tiene sentido tomar estas sustancias. Yo ya sabía esto al entrar en la universidad y pensaba que tenía sentido y lo apoyaba. Sin embargo, durante mi primer año peleé mucho para tomar la decisión de no beber. Pensaba que la gente me iba a ver como una “fracasada” o como una “ñoña” si reconocía abiertamente que no tomaba drogas. Debido a esto, ponía por lo general excusas como éstas: “No me siento bien esta noche; no voy a beber”, o “Esta noche no tengo ganas de beber”. Otras veces bebía con mis amigos y amigas y después terminaba sintiéndome mal por ello. Pasado un tiempo, me di cuenta de que no estaba siendo totalmente honesta conmigo misma ni con mis amistades, quienes no conocían la lucha interna que estaba teniendo. Las dificultades disminuyeron a partir de mi segundo año universitario, una vez que decidí ser honesta con mis co-escuchas y pedirles que me echaran una mano para desahogar.
El año pasado tomé la firme decisión de que no iba a beber bajo ninguna circunstancia y que sería honesta sobre esto con mis amigos y amigas. Fue un importante paso para mí. Una parte difícil fue tener claro que no iba a tratar con dureza a mis amigas y amigos por beber y que no iba a juzgar a nadie por las decisiones que él o ella tomase. Al principio, cuando la gente me preguntaba porqué no bebía, respondía que era porque no me gustaba cómo me hacía sentir y que me divertía más cuando estaba sobria. Estas dos razones eran ciertas: así es, me divertía más tratando de acercarme a la gente y conectar con ellos y ellas. Ahora les digo exactamente eso: que no bebo porque a las personas les cuesta estar verdaderamente conectadas cuando están bajo la influencia de sustancias; y me divierto más tratando de hacer conexiones reales cuando estoy sobria que cuando estoy bebida e incapaz de conectar. La mayoría de mis amistades lo han entendido, han respetado mi decisión y me han hecho un montón de preguntas acerca de ello.
Al principio me solía sentir frustrada al intentar acercarme a la gente y, algunas veces, no ser capaz de encontrar a nadie. Me sentía sola en los bares, porque normalmente yo era la única que estaba sobria. A menudo, sentía ganas de no volver a salir nunca más. Fue en esos momentos cuando desahogar jugó un papel clave. Cuanto más desahogaba, más quería salir e intentar conectar con la gente e imaginar y hacer algo diferente. ¡Y funcionó! De hecho, lo paso mejor haciendo esto. Incluso, aunque tan solo consiga hacer una conexión en toda la noche, es mucho más que lo que podría haber hecho en caso de haber tomado alcohol—porque las conexiones que hago de ese modo no son reales, puedo asegurarlo.
Desahogar sobre drogas y alcohol es importante para todo el mundo, en particular para la gente joven, quienes comienzan a entrar cada vez más y más en contacto con estas sustancias a medida que se convierten en adolescentes. Co-Escucha es una herramienta increíble para entender cosas que la mayoría de las personas nunca pensaría que son posibles. ¡Utilízala!
Sharon Wolf
Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos de Norteamérica.
Traducción: Juan Manuel Feito, País Vasco, mayo del 2006.