Nacionalismo y guerra
De una charla de Tim Jackins en la Pre-Conferencia Mundial para Asia del Este, 29 de abril al 2 de Mayo del 2005
Las guerras suceden a causa de lo que nuestros países nos hacen. La mayoría de los países tienen sociedades opresivas que tratan de explotar a su propia gente y, debido a que son gobernados por patrones de avaricia, también tratan de explotar a gente en otros países. En consecuencia, los países tienen guerras. Es una manera de explotar a otras personas. Eso es todo lo que son las guerras. No hay buenas razones para las guerras.
Mi país (los Estados Unidos de América) está decidido a comenzar guerras. En este momento, mi país encarna más que ningún otro este aspecto del capitalismo, el más irracional. Iniciará guerras para tratar de ganar mayores recursos procedentes de otras partes del mundo. Está haciéndolo ahora. La mayoría de países lo han hecho en algún momento de su historia. Vuestros países han ido a la guerra en diferentes ocasiones con el fin de oprimir y explotar a otras personas. Todos nosotros y nosotras estamos entrenados/as para respaldar eso.
Las sociedades instalan en sus individuos patrones que les hacen sentir que son mejores que la gente de los otros países. Al mismo tiempo, la mayoría tenemos patrones que provienen del hecho de que nuestros países fueron derrotados. Algunos patrones de estadounidenses provienen de cuando Estados Unidos fue colonia de Inglaterra, hace doscientos treinta años. Los patrones no desaparecen fácilmente. Si no podemos desahogarlos, permanecen, y cada generación los adquiere de sus padres. Aunque los Estados Unidos es en este momento el país más poderoso del mundo, muchos y muchas estadounidenses tienen patrones que les hacen sentir pequeños y pequeñas, y como si estuvieran luchando por sobrevivir. En todo país que ha sido vencido, la gente tiene patrones de ese tipo. Y nuestros gobiernos nos manipulan mediante la restimulación de esos patrones.
Todos los países han hecho cosas horribles. Todos han manipulado a su gente para que luche contra personas de otros países y las mate—y eso continuará siendo así hasta que desahoguemos los patrones. Mientras tanto, tenemos que ser capaces de pensar acerca de ello. Mi país reeligió recientemente como presidente a George W. Bush. Se hizo un tremendo esfuerzo por restimular a la gente: “Él es el líder nuestro que lucha contra quienes nos ataca”. Eso es una táctica para restimular. China y Japón mantienen en la actualidad una disputa en la cual hay asuntos reales, pero en la que también ambos gobiernos están tratando de restimular a su gente sobre ello. Debemos responsabilizarnos por aquello que sucedió en el pasado y tenemos que comprender el hecho de que portamos patrones procedentes de lo que nos ocurrió.
A todos y todas se nos entrena para que apoyemos a nuestros países sin pensar sobre ello. (Y lo que se nos entrena para que apoyemos no es, por supuesto, el país ni la gente del país, sino, en realidad, las políticas del pequeño grupo que dirige el país). Nos sentimos automáticamente arrastrados/as a apoyar las políticas de nuestros propios países. Se nos empuja a ser patriotas. Has visto grupos de personas que son muy patriotas. Sabes cuánto miedo infunde eso. Muchos y muchas hemos aprendido a cuestionar eso. Muchos de nosotros y nosotras hemos salido a la calle para protestar contra las políticas de nuestros gobiernos. Hemos aprendido a pensar, pese a las angustias. No obstante, seguimos teniéndolas. Yo tengo las angustias de los Estados Unidos. La mayoría de vosotros y vosotras tenéis las angustias de Japón. Algunos y algunas tenéis las de China o las de Filipinas. Hasta que no las desahoguemos, nos harán más difíciles las cosas.
Las angustias nos pueden hacer creer que las personas de otros países apoyan las políticas de sus gobiernos (aunque no apoyemos nosotros y nosotras las políticas de nuestros propios gobiernos). Sabemos hacerlo mejor que simplemente creernos esto, pero los patrones interfieren. Nuestros gobiernos nos instalan patrones con el fin de hacernos vulnerables a sus manipulaciones para que nos veamos como enemigos y enemigas. Sin embargo, todas las personas del mundo tenemos intereses comunes.
Cuando llegamos a una conferencia como ésta desde diferentes países, cada uno de nosotros y nosotras está sintiendo esos patrones. Tenemos prejuicios en contra de las demás personas a causa de ellos. Quizás sintamos que la gente de otros países va a ser hostil con nosotros y nosotras. Pero solo es necesario estar juntos un par de días para aprender que no son más que patrones—los cuales tenemos que enfrentar y desahogar. Da vergüenza admitir que los tenemos, porque sabemos que son patrones estúpidos. No merecemos ser culpados/as por tenerlos, pero nadie más que nosotros y nosotras puede deshacerse de ellos. Aunque no son culpa nuestra, son nuestra responsabilidad.
Es importante desahogar estos patrones. De otro modo nuestros gobiernos pueden manipularnos. Ocurre mucho en mi país. Un gobierno puede decir cosas muy poco inteligentes y entonces levantar la bandera nacional, y eso restimulará lo suficiente como para que algunas personas estén de acuerdo. “Por el bien de nuestro país debemos hacer cosas horribles”. Mi país es un claro ejemplo de esto, pero también vuestros países son ejemplos. Cada uno y cada una debemos responsabilizarnos de nuestro propio país y de estas angustias, y no culparnos mutuamente por tenerlas.
Cada uno de nuestros países, en el pasado, ha actuado e implementado políticas maliciosas. Para ser capaz de hacer eso, tuvo que instalar angustias en sus ciudadanos/as. Esto es parte de lo que les ocurre en especial a los hombres: les hieren de maneras que les preparan para ir a matar a otras personas. Los niños crecen peleando y esperando hacerse daño mutuamente. Se les inflige angustias mientras crecen para que puedan ser utilizados por sus gobiernos en caso de que quieran un ejército. Todo país del mundo cuenta con numerosos grupos de hombres cuyos patrones pueden ser manipulados para que combatan entre sí.
Todos y todas necesitamos desahogar los patrones que nos hacen pensar que somos diferentes, que alguien es distinto del resto, de nosotras y nosotros. Tan solo son patrones, y se desahogan —pero tenemos que hacer ese trabajo.
Present Time 142, p. 55-56
Traducción: Juan Manuel Feito Guerrero. País Vasco. febrero 2006.