Nunca encuentro tiempo para enseñar co-ensucha
Amigos y amigas,
Una co-escucha de clase trabajadora me escribió para pedir mi opinión acerca de su lucha con encontrar tiempo para enseñar Co-Escucha y programar un encuentro anual para las personas de clase trabajadora.
Esto suscita la pregunta más amplia de cómo conseguimos hacer algo que queremos hacer. Pienso en esto como si fuera un automóvil. El primer paso es arrancarlo; luego las cosas suelen ir bastante bien. Pero, ¿cómo conseguimos empezar con un objetivo?
Aquí tienes mi historia. Me gustaría saber qué les funcionó a otras personas.
Con cariño, Dan
Querida_____
Gracias por escribir de nuevo. Por cierto, eres una buena escritora y es muy bueno escuchar tus ideas desarrolladas.
“Hay una pared con la que continúo tropezando al intentar pensar en tales objetivos. También aparece cuando pienso en otros objetivos. Es la pared del “no tener tiempo”. Ahí la angustia me golpea fuerte. No paro y la mayor parte del tiempo estoy “haciendo cosas”. ¿Es justo la decisión de enseñar la que me hará disponer de tiempo? ¿En qué lugar estoy perdiendo el barco de “tener una gran vida?”
Sólo puedo responder desde mi propia experiencia. He llegado a la conclusión de que no “no habrá un buen momento”. Mi angustia me llevó a esperar que mi agenda se liberara, de forma que pudiese tener unas diez semanas libres o un tiempo menos ocupado o lo que fuera, pero con el paso de los años me di cuenta de que no habría “un buen momento”. Así que yo me muevo y programo las clases diciéndole a la gente que serán diez semanas y que durante dos de esas semanas tendré que estar en una clase para líderes o en otro país para liderar un taller, por lo que durante esas dos semanas usarán el tiempo de clase para tener sesiones, algo para lo que, por lo general, tienen dificultades. A nadie parece importarle: nadie lo cuestiona.
Al igual que hago con las charlas de introducción, simplemente las programo y ésta es la primera cosa importante que hacer, porque me lleva a llamar a las personas, etc. Por fortuna, lo que me lanza a la acción es la forma en que mi humillación presenta la idea de no haber llamado a nadie para invitarles a la charla introductoria cuando la fecha de la misma se acerca. De la misma manera que cuando programo la clase, pongo la fecha en el calendario antes de hacer otra cosa y mis patrones de vergüenza me mueven, aunque mi racionalidad y mi entusiasmo no lo hagan. La clase actual comenzó dos semanas más tarde de lo planeado porque ése fue el tiempo que me tomó hacer entrevistas personales; incluso así, una persona apareció una semana más tarde y otra persona apareció la segunda semana sin entrevistarse antes, se dio cuenta de que no era lo que esperaba y lo dejó, pero todo eso estuvo bien.
Estás demasiado ocupada y siempre lo estarás. Es el precio que pagas por estar interesada e implicada en un montón de cosas. Puedo asegurarte esto: no habrá un momento bueno.
Otra cosa: apenas leo libros, porque no tengo el tiempo de buscarlos o ni siquiera de saber cuál querría. Y porque “no tengo tiempo”. Pero de vez en cuando, me tropiezo con uno que me cautiva, como “De poca monta” y, de alguna manera, casi por magia, lo leo en una semana o incluso quizá en dos días. ¿De dónde salió ese tiempo? Algo sobre lo que pensar.
Lo que extraigo y pienso de todas estas experiencias es que es sólo un patrón lo que nos impide dar unas clases.
Aquí tienes otra forma de pensar en ello. Asumamos lo peor, que estás demasiado ocupada y enseñar unas clases de iniciación tendrá un impacto perjudicial en todas las cosas que haces, te desgastará y arrojará tu vida al caos y la desorganización (¡ahora que habías conseguido que marchara bien!). ¿Qué pasa si simplemente aceptas esa posibilidad y aceptas que está bien –haré este experimento por un año, sabiendo que puede tener un precio o que podría tener algún impacto negativo en algo que me gusta o es importante para mí (como mi práctica de piano)?
Algunas decisiones similares que se podrían tomar son las que tomas para estar cerca de un padre o una madre con una enfermedad terminal o para estar cerca de un niño o una niña en su último año en casa, o lo que fuera. Haces estas cosas a sabiendas de que otras cosas caerán de la lista de prioridades, pero con la certeza de que está bien.
Lo que más a menudo me motiva es enfermar por no hacer algo, sea lo que sea aquello que no haya hecho. Así ocurrió con mi última clase inicial: no podía aguantar más tiempo sin enseñar una. Estoy a punto de arreglar el lavabo, para lo cual hace ya seis meses que tengo todo lo necesario, pero no he “encontrado el momento”. Estoy empezando a estar harto de pasar por el lavabo y ver que aún no lo he arreglado. Se convierte en una carga mayor de lo que supondría hacerlo. (Por fin, descubrí lo que me paraba en este proyecto: es el terror de que haya un trabajo mayor del que pienso que habrá y no tenga el tiempo para terminarlo y estemos sin lavabo por un tiempo). Así que un patrón ha empujado al fin a otro. O yo me he vuelto más racional. No estoy seguro. Tal y como Harvey decía, la función de “decidir” de nuestras mentes es algo sobre lo que no sabemos mucho. Pero es poderosa.
Así que sugiero que pongas una fecha en el calendario, aceptes que tu agradablemente ordenada vida pueda caer en el caos, aguantes la respiración y te lances al agua fría. SÉ que todas las cosas que tendrás que hacer (entre ellas, la mayor visibilidad) serán una contradicción enorme para un montón de tus daños y que tu reemergencia avanzará. Está bien tener la comodidad de una vida bien organizada y satisfactoria, en la que puedes decir que lo estás haciendo bien, pero queremos más que ese sentimiento de relax y satisfacción. Queremos sentir un nudo en el estómago, el terror temblando y esas gotas de sudor helado corriendo por la columna vertebral.
¿Qué piensas?
Con cariño. Dan
PD: Igual pasa con los encuentros de Clase Trabajadora. Nunca es un buen momento. Hay que conformarse con uno que tú puedas hacer y quien pueda venir que venga. Al fin, será mejor y más satisfactorio que nada. Vendrá otra guerra u 11 de septiembre y te pegarás por no haber hecho más para desactivar las fuerzas reaccionarias al dar a la gente un lugar en el que desahogar su miedo o en el que al menos comprender de alguna manera mejor las cosas. Esta es por lo menos mi experiencia.
Dan Nickerson
Freeport, Maine, USA
Present Time No. 140, p. 30
Traducción: Emilen Castro Oteo. País Vasco. Septiembre 2005