Algunos presupuestos fundamentales
Harvey Jackins, en Kirkridge V,Pennsylvania, EE.UU., 1972
Tomamos como un hecho que detrás de cada problema se esconde un ser humano espléndido. Quizás esto suene a idealista o metafísico. Y ¿qué tiene que ver esto con los detalles de co-escucha? Pero es un concepto muy básico. Si no te familiarizas con ello y te comprometes a actuar sobre este fundamento, todas las técnicas que aprenderás no te servirán cuando te encuentres en un punto crucial—porque bajo la re-estimulación, la cual constituye la condición real de trabajo del escucha, las angustias de tu participante te van a re-estimular, sin agregar todo lo que te habría pasado antes de llegar a la sesión. Tienes que ser capaz de mantener una dirección contra tus propios sentimientos. Tus propios sentimientos muchas veces te llevarán a pensar que esta persona con quien trabajas no tenga valor. Tus sentimientos te llevarán en la dirección de aburrimiento o antagonismo o miedo. Entonces necesitas mantener firme esta noción que detrás de cada problema la persona es intacta. Vale la pena volver a repetirlo una y otra vez. Es realmente fundamental.
Tomamos como un hecho que las manifestaciones contrarias son un fenómeno transitorio: el patrón de angustia—una anomalía, una arruga en la tela visible del universo. Hay un solo lugar donde el universo parece no tener sentido y es aquí que los patrones de angustia de los humanos operan—sobre la persona, y se proyectan afuera hacia el entorno. El ambiente contaminado y dañado es una proyección de patrones de angustia; no es la naturaleza del universo. El universo entero se recupera de una forma muy linda. Se repara y se renueva constantemente y avanza a no ser donde intervengan los patrones de angustias de los humanos. Pueden comprender porque muchos ambientalistas cayeron en la trampa sintiendo que la naturaleza es Hermosa y los seres humanos son feos, pero no es verdad. Los seres humanos son la parte más linda de la naturaleza. Confunden el patrón de angustia con el ser humano, y no son para nada la misma cosa. Toda otra manifestación negativa es de alguna manera un patrón de angustia. La locura de la guerra de Vietnam, por ejemplo, es una proyección de patrones de angustia. La prevención de estas cosas en el futuro queda en lograr descubrir su fuente: la existencia de patrones de angustia de los seres humanos.
Tomamos como un hecho que todos los patrones de angustia humanos pueden ser desahogados. Es un presupuesto importante, y es un presupuesto, porque hasta ahora nadie ha desahogado todos los patrones de angustia humanos. Es simplemente un hipótesis. No hemos encontrado todavía un ejemplo que lo contradiga, pero no ha sido probado todavía, lo mismo que no se puede probar que todo múltiple de cuatro es la suma de los cuadrados de dos números primos. No tenemos seguridad en declarar rotundamente que no vamos a toparnos con un patron mañana que es imposible de quitar, pero toda la evidencia indica que todos pueden ser desahogados. No hemos topado con un patrón que no se haya resuelto, siempre que recordamos quitar del medio nuestros propios patrones, entonces tenemos fuertes pruebas que nuestro hipótesis es correcto. De hecho, la lógica inductiva del mismo es imponente. Una y otra vez, los patrones que parecían impermeables al desahogo resultaron no serlo, una vez que los abordamos con una actitud racional en lugar de nuestros patrones que sin darnos cuenta estaban obstaculizando el camino. Entonces tenemos una razón por justificar nuestra confianza.
Como consecuencia de esto, vemos que el participante siempre está actuando lo mejor que puede para cooperar en el proceso. Las apariencias no manifestan esa realidad: pueden parecer bastante diferente en el momento. Sin embargo, debemos suponer que, a pesar de las apariencias, la persona dentro de ese chaleco de fuerza está luchando al máximo para salir del mismo. Si queremos lograr que las cosas cambien, no recurrimos a decir: “No quiere ser ayudado” o “No quiere colaborar.” Al contrario, buscamos un espacio donde hay un margen de posibilidad. Suponemos que la persona actúa lo major que puede y que ese margen de posibilidad se encuentra solamente fuera de esa persona y del patrón que lo encierra. Cabe a nosotros volver atrás para ver donde los zapatos del participante quedan atados a la silla. Ese lugar es invisible al participante, y tampoco nosotros lo encontraremos si no miramos. Como escuchas, poseemos libertad de acción, si logramos sacar lo bastante de nuestras cabezas nuestros mismos patrones. Siempre es posible hacer algo para capacitar al participante aprisionado comenzar su salida de un patrón, si solo damos un paso atrás y miramos con suficiente atención.
Suponemos que el proceso es cumulativo—que cuanto más lejos llegan el proceso de escucha, el desahogo y la re-evaluación, tanto más rápido y fácil resultará. Esto es verdad a largo plazo. A corto plazo, en general no será muy evidente.
Muchos entre nosotros tenemos amigos que empezaron en R.C. con un explosivo avance. La primera vez que abrieron sus bocas, tuvieron un enorme desahogo sobre algún problema inmediato y se sintieron libres, libres, libres. Todo era maravilloso. No podían esperar para continuar con co-escucha, y molestaron a todos sus amigos—predicando las glorias de co-escucha—hasta que emprendieron la lucha contra sus patrones crónicos. Y entonces, bueno . . . (risas) Por supuesto, no dan los mismos resultados para todos. Gran número de personas han experimentado un sentido congelado de bienestar porque guardában bajo candado en un depósito su patron crónico. Luego abrieron la puerta y el torrente ha erupcionado, y desde entonces han estado nadando para sobrevivir.
Cuando la experiencia inicial produce una gran sensación de bienestar y relajación, la gente tiende a suponer que la motivación para continuar en R.C. es sentirse major. Indubablemente logramos pequeños altiplanos de sensaciones maravillosas y buenas, que desde nuestro primer año de vida no habíamos disfrutado. No hay duda que al final del sendero, vamos a sentirnos mucho mejor de lo que nos atrevíamos a esperar. Sin embargo, tampoco quepa la duda que dentro del proceso de R.C. debemos estar satisfechos con una sensación de satisfacción por haber logrado algo, y no simplemente esperar la sensación de bienestar, a causa de que muchas veces, cuando trepamos una colina en la superación de un patrón crónico, podemos sentirnos re-mal. Por esto, suponemos, y por lógica creemos que el efecto es cumulativo. Si no juzgamos en base al bienestar experimentado, sino por como manejamos nuestro ambiente, no cabe duda que el proceso acelera – cuanto más lejos llegamos, mejor va.
Me agrada una analogía. La relación entre co-escuchas es algo como las víctimas de una avalanche sumergidos debajo el escombro, bastante cerca uno del otro. Están cubiertos casi totalmente por rocas y nieve o lo que sea, y son casi impotentes, pero cada uno de ellos quizás tiene un dedo libre. Si se giran y se retuercen, pueden utilizar sus dedos para quitar una piedra al otro—no tanto de si mismos pero sí, la podrán quitar al otro—y cada roca que quitan libera una mano de otro para que a su vez haga lo mismo. (¡Espero que a esta altura, algunos de nosotros ya hayan liberado los hombros!). El proceso acelera por si mismo de esta manera, en cuanto refiere a nuestra liberación.
Alguien me contó una historia sobre la diferencia entre el cielo y el infierno. En esta historia, una persona fue a visitor el infierno y fue acompañado por varios salones donde la gente se sentaban en unas mesas cargadas de comida deliciosa frente a ellos. Pero tuvieron atados a sus manos unas cucharas y tenedores tan largos que no lograban meter nada en sus bocas. Hub grandes lamentos, llantos y rechinar de dientes; todos se morían de hambre porque con los cubiertos no llegaban a sus propias bocas. Después fue llevado al cielo y lo hicieron pasear por todos lados. Hubo ruidos de beinestar y fiesta, ruidos amorosos. La gente estaban sentada en la misma clase de mesa con la misma comida deliciosaeo delante de ellos; atados a las manos los mismos cubiertos largos que no les permitían alcanzar sus propias bocas, pero estaban dando de comer uno al otro.
Esto es uno de nuestros presupuestos, que lo que ha auto-destruido al individuo en su lucha se vuelve productivo una vez que comprendemos la cooperación inherente en la norma de tomar turnos.