No creyéndonos nuestras angustias
De una charla de Tim Jackins en Nueva York en un taller para líderes y maestros, junio 2002
Los patrones de angustia que se han vuelto crónicos, constantemente rondan en nuestra mente. Todos/as hemos sido lastimados/as. Además, la sociedad está organizada para restimularnos. Hay una lluvia constante de restimulaciones en nosotros/as, todos los días, cada día. Luchamos diariamente para emerger hacia un lugar desde donde podamos funcionar. Trabajamos duro para acallar el “ruido” de nuestros angustiosos sentimientos de fracaso, desvalorización, desesperanza o impotencia. Y nos preguntamos qué es lo que está mal cuando no podemos contactar fácilmente a las angustias y desahogarlas.
Muchas de nosotras/os nos hemos acostumbrado tanto a estas angustias, que ya no las notamos. Están ahí todo el tiempo. “Así es la vida”, ya que no estamos lo suficientemente conscientes acerca de ellas como para oponérnosles, contradecirlas, dejar de creer que ellas son la imagen de nuestra realidad presente o de nosotras/os mismas/os.
Estos patrones de angustia nos hacen olvidar lo buenas/os que somos, que tan maravillosas/os, valiosas/os y únicas/os somos además de lo invaluable y estimable que cada persona es, incluyéndonos a nosotras/os mismas/os.
Mi mente a menudo se despierta sintiéndose mal. Esto es, por supuesto, porque yo fui lastimada/o. Sin embargo, el primer impulso es descubrir qué es lo que yo he hecho recientemente para sentirme mal: “¿Funcioné tan mal ayer que hoy debería sentirme mal por ello?”. Necesito detenerme y decir, “Espérate. Este es un patrón de angustia que probablemente viene de incidentes dolorosos que simplemente necesito desahogar.”
Predeciblemente, cualquier cosa que esté haciendo este tipo de ruido en su cabeza, siempre es una angustia-de-siempre. Esto es perfectamente predecible. Y si es perfectamente predecible, podemos establecer una dirección que la contradiga, sin peligro de equivocarnos. Siempre es angustia. No tiene sentido creer en “la razón” que encuentro para sentirme mal, ni para permitir que mi mente se quede atorada ahí. Nunca es útil. No me saca de la angustia, nunca me acerca a la realidad, nunca me da una imagen más exacta de mí misma. Me puedo rehusar a permitirle a mi mente que se quede ahí.
Cada una de nosotras/os tenemos antiguas angustias muy “cómodas”. Nos son familiares y por ello aparecen menos aterradoras. Nos “convencemos” de que no se sienten tan mal como lo sería enfrentar a nuestros miedos. Así como otras adicciones, la pantomima de las angustias es cómoda, aunque sea horrible para nosotras/os.
Interrumpir estas angustias tomará repetidos esfuerzos de nuestra parte. Podemos recordar, cada mañana el no dejar que estas grabaciones se repitan sin restricciones en nuestras mentes. Siempre podemos llevar nuestra mente a algún otro lugar. No estamos desamparados. Podemos pensar.
ENFRENTANDO Y DESAHOGANDO NUESTRAS ANGUSTIAS
Necesitamos llegar a enfrentar y desahogar nuestras angustias crónicas en vez de dejarlas correr en nuestras mentes.
Enfrentar y desahogar nuestras angustias más pesadas puede parecer casi insoportable. Sentimos las cosas abrumadoramente. Es casi insoportable, pero es maravilloso, es exquisito. Sabemos que algo bueno está sucediendo, pero puede ser tan incómodo que tímidamente nos alejamos de ello. Puede parecer tan peligroso y poco familiar que lo evitamos.
Sin embargo, es entonces cuando nuestras mentes se están liberando, cuando estamos avanzando y acercándonos a la realidad: necesitamos encontrar las maneras de deshacernos del entumecimiento de las angustias pasadas. Como hablantes, podemos aprender a dirigirnos en esa dirección, en contra de toda la ropa sucia y sobrellevar el disgusto que provoca. Podemos desarrollar un sentido de cómo acercarnos a esa aguda batalla, a esa exquisita molestia. Entonces, en algún punto, en vez de tratar de contener el llanto, nuestro llanto nos abre por completo. Algo se suelta, y tenemos una sensación de que el proceso de desahogo está funcionando plenamente. Las cosas cambian cuando eso sucede. Regresamos al mundo y tenemos acceso a él de una forma que no habíamos tenido antes. Necesitamos buscar afanosamente aquella “molestia” en vez de buscar lo que contradictoriamente definimos como “comodidad” y que conocemos tan bien desde hace mucho tiempo.
RECUPERANDO EL PODER DE NUESTRAS MENTES
Es posible que esta mañana te hayas despertado en estas batallas, y porque las circunstancias aquí en el taller fueron lo suficientemente diferentes, y tuviste gente alrededor tratando de ser cordiales, pudieras haber sido capaz de conscientemente apartar del camino a esas batallas. Pudieras haber usado a las personas a tu alrededor para sacar tu atención fuera de la angustia.
Es importante que decidas que está dentro de tu poder el no dejar que tu mente se quede en las grabaciones de todas tus angustias individuales y de todas las opresiones que han tenido efecto en ti. Llegas a decir: “No, esta es mi mente. Y yo no voy a dejar que las angustias me hagan eso. No voy a dejar que suceda. Nunca voy a aceptar que eso vuela a sucederme otra vez,” ya sea que puedas hacerlo o no con éxito todo el tiempo. Tomar la decisión de recuperar el poder de nuestras mentes—haciendo un esfuerzo consistente—es importante. No podemos esperar que alguna información nueva contradiga esas angustias lo suficientemente como para que seamos capaces de tomar esa decisión. Esto no se trata de tener mas información—se trata de decidir recuperar nuestras mentes, en contra de cualquier cosa que venga hacia nosotros, cualquier ruido que la sociedad y sus opresiones nos hayan hecho, cualquier rareza de nuestras familias que exista en nosotros. Aun tenemos a nuestras mentes — Todavía están intactas. Tienen la corrosión de las angustias por encima, pero nuestras mentes todavía están ahí, todavía son capaces de todo.
Las cosas se vuelven mas claras y fáciles cuando desahogamos las angustias, pero aun cuando no lo hacemos, aquellas buenas mentes están ahí y son capaces de pelear en contra de las distorsiones que provienen de las angustias.
Necesitamos recordarnos unas a otras, una y otra vez, el hacer este trabajo. Así que muchas de las angustias que llevamos tienen un elemento que nos hace sentir mal acerca de nosotras/os mismas/os. Negarle a estos elementos cualquier tipo de dominio en nuestras mentes, es un buen lugar donde empezar.
“Not Believing Our Distresses”, Jackins, Tim,
Present Time No.129 (Vol.34 No.4) October 2002, p.7
Traducido por Elena de Hoyos, diciembre 2002, México.