Participé en un fabuloso taller de Liberación Católica que Joanne Bray (Persona Internacional de Referencia para la Liberación de las Personas de Herencia Católica) lideró en la Ciudad de México, México. 


Fue el primer taller de liberación para católicas/católicos en México, y estuvieron presentes en este taller personas con experiencias muy distintas con respecto a la identidad católica: desde personas que crecieron en familias católicas conservadoras hasta personas que crecieron en familias comunistas y/o ateas. 


Tuvimos la oportunidad de trabajar en las divisiones entre mexicanos/mexicanas y tener cercanía a pesar de esas divisiones. Pudimos ver que el ser mexicana/mexicano esta intrínsecamente ligado al catolicismo. También fue el primer taller en el que, a pesar de mis muchos años en RC, pude trabajar sobre los mensajes sobre “el demonio”.


Como mujer católica que nació y creció en México y que ahora vive en los Estados Unidos, fue un gran regalo poder haber participado en este taller. Algo importante para mí fue notar cuanta contradicción es necesaria para poder trabajar de lleno en mi bondad y reusar sentirme mal de mí misma. Fue necesario el haber estado en el lugar donde nací y crecí y días de desahogo y perspectiva, antes y durante el taller, para finalmente poder hacerlo. 


Ya estando de regreso a los Estados Unidos he seguido pensando en que cualquier trabajo de liberación que yo haga necesita ser desde una perspectiva que incluya mis identidades como mujer, indígena, mexicana, y católica. Dejar fuera cualquiera de estas identidades deja la opresión internalizada intacta y la opresión externa sin desafiar.


También fue importante para mí el recordatorio que nos hizo Joanne: el hacernos invisibles y quedarnos calladas es coludirse con el intento de genocidio de nuestra gente. Así que esta reseña, corta como lo es, es un esfuerzo en contra de la invisibilidad y la opresión.